15 de septiembre de 2025

Bienvenidos a un nuevo curso escolar

 CENTENARIO 
de 
CARMEN MARTÍN GAITE

Este año inauguramos el curso recordando a Carmen Martín Gaite, con motivo de la celebración del centenario de su nacimiento. La escritora salmantina fue una prolífica autora, que cultivó la poesía, la novela, el ensayo y hasta el collage. Exploró temas universales como la soledad, la memoria, las relaciones humanas, la búsqueda de identidad o la propia literatura. Ganó premios tan importantes como el Nadal en 1975, con Entre visillos; el Premio Nacional de Literatura en 1978 con El cuarto de atrás; el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, en 1984; y el Príncipe de Asturias de las Letras, en 1988.

Os invitamos a acercaros a esta autora y para empezar os proponemos este texto en el que nos desvela cómo fue su despertar a la literatura.

Es muy aventurado declarar que desde aquel día sintiera yo la picadura de las letras, pero sí puedo decir que identifiqué el castillo de los duques con el castillo inexpugnable de la literatura y que decidí tener paciencia y esperar. […]

 Años más tarde, cuando decidí enfrentarme a solas con algunas lecturas que se me habían atravesado en la infancia, hubo una temporada en que empecé a llevarme El Quijote por las mañanas al Campo San Francisco, un recoleto parque salmantino del que gustaba mucho don Miguel de Unamuno, y al llegar, ya muy embriagada y divertida, a ese capítulo de los duques, que es el XXXI de la segunda parte, me paré con sobresalto en el comienzo del segundo párrafo, donde dice: “Cuenta, pues, la historia que antes que a la casa de placer o castillo llegasen…” No pude continuar, se me aceleró el pulso y me nació de lo más hondo una sonrisa secreta que nadie podía compartir. Miré alrededor. Una pareja de novios se abrazaba en un banco cercano, sin reparar en mí; escuché la algarabía de los pájaros escondidos sobre mi cabeza, vi los dibujos del sol en el suelo, no pasaba nadie más. Nadie se había dado cuenta del extraño prodigio. De repente, desde aquel mismo texto que de pequeña me había arrojado el primer anzuelo de provocación y oscuridad, Cervantes, en persona me hacía un guiño y me daba el espaldarazo de caballero andante de las letras al confiarme a mí directamente, sin que ningún intermediario estorbara el mensaje, que el castillo se identificaba con la casa de placer, esa que venía yo desde hacía días habitando. Hasta el momento en que me consideró realmente capacitada para entenderlo, no me lo había dicho.

Aquella mañana de primavera, en el umbroso jardín salmantino, me sentí en posesión del talismán soñado. De allí en adelante, podía dedicarme por mi cuenta y sin más títulos universitarios que los que aquel placer me otorgaba, al comentario de textos. Don Miguel de Cervantes me había cursado invitación. Personal e intransferible”.

Carmen Martín Gaite, El cuento de nunca acabar