22 de mayo de 2016

VI Rally Fotográfico Literario


Un año más, hemos celebrado nuestro VI RALLY FOTOGRÁFICO Francisco Salinas. Bajo el lema de EL VIAJE,  hemos propuesto a los alumnos seis textos literarios que ellos han convertido en sugerentes imágenes. Como las de los dos ganadores, que os invitamos a disfrutar a continuación.


En la modalidad de Mejor Conjunto Fotográfico, la ganadora ha sido Blanca Díez Rivas de 2º Bach. A.





1. “Viajar es sentirse poeta,
     es escribir una carta,
     es querer abrazar.”
                     (“Viajar”, atribuido a
                     Gabriel García Márquez)






 2.- “Era la primera vez que viajaba sola, pero no estaba asustada; por el contrario, me parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad...” 
                                 (Nada, de Carmen Laforet)









3.- “La niña rosa, sentada.
Sobre su falda,
como una flor, abierto, un atlas.
¡Cómo la miraba yo
viajar, desde mi balcón!
Su dedo, blanco velero,
desde las Islas Canarias
iba a morir al Mar Negro.”
 (Marinero en tierra, de Rafael Alberti)




4.-  “Cruzaron el río Tormes y entraron en la vieja ciudad gris de Salamanca a primeras horas de la tarde. El padre Quijote ignoraba todavía el objeto de su peregrinación, pero le hacía feliz su ignorancia.”
(Monseñor don Quijote, Graham Greene)





5.- “He andado muchos caminos, 
     he abierto muchas veredas;
     he navegado en cien mares,
     y atracado en cien riberas.”
     (Soledades, Antonio Machado)
6.- “– ¡Qué hermosa ciudad! Todo aquí respira la grandeza de una edad ilustre y gloriosa. ¿Para vos no dicen nada esas altas torres, […] esas dos catedrales, la una anciana y de rodillas, arrugada, inválida, agazapada contra el suelo y al arrimo de su hija; la otra flamante y en pie, inmensa, hermosa, lozana, respirando vida en su robusta mole? ”
          (Los Episodios Nacionales,"La Batalla de los Arapiles",de Benito Pérez Galdós)

En la modalidad de Mejor Fotografía, el ganador, que repite por segundo año consecutivo, es Diego Pérez Trigo de 1º Bach. B.

“Era la primera vez que viajaba sola, pero no estaba asustada; por el contrario, 
me parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad...”
  (Nada, de Carmen Laforet)
NUESTRA ENHORABUENA A AMBOS
Y
MUCHAS GRACIAS A TODOS LOS PARTICIPANTES.

Premio VIII Concurso de Relato Corto Francisco Salinas

Fotografia de Sara Santadaría, 4º ESO
   
   Este año, nuestro concurso de Relato Corto tenía como lema "El viaje". Felicitamos a la ganadora, Carla Díaz Sánchez, de 1º Bach. A, por su magnífico relato con el que nos embarca en un viaje a través de la imaginación. Os invitamos a disfrutar con su lectura.

¿Jugamos a un juego?


El cuaderno yacía intacto en mis piernas, abierto por una de las muchas páginas en blanco, esperando la inspiración de su dueña, pero yo estaba sin ideas. El librito parecía nuevo, lo que es irónico, porque me lo habían regalado al cumplir los 13 años y llevaba desde entonces escondido al fondo de un cajón. Tras una pedante conversación con mi subconsciente en la que me llamaba cobarde, decidí rescatarlo de su prisión. Mi cuaderno de viajes empezaba su vida en ese momento pero por lo visto iba a llevar una vida aburrida, mi creatividad estaba sin cobertura.
Frustrada, levanté la vista hacia el exterior y me entretuve observando las vías, que parecían pasar velozmente a nuestro paso. Cuando me aburrí de la monotonía del intrincado de metales por el que viajábamos, giré la cabeza hacia los asientos vacíos de la cabina, dándome cuenta de que ya no estaba sola. Un hombre bajito con un sombrero de copa me miraba divertido, con sus gafas de culo de vaso resbalando por una muy respingona nariz.
-   A mí también me costó al principio –me dijo levantando el cuaderno de viajes de su anterior lugar.
Yo le sonreí, ya que no sabía qué decirle. Él siguió hablando.
-   ¿Jugamos a un juego?
No había aceptado jugar pero al hombrecillo le pareció que mi silencio era un claro “sí”.
-   Cierra los ojos y piensa en tu viaje perfecto. ¿Qué ciudades te gustaría conocer?
Comencé a responderle pero me tapó la boca y me pidió que no le dijera las ciudades, que solo las pensara.
Nos quedamos en silencio y yo seguí sus instrucciones, agarrando fuerte mi bolsa por si trataba de hacer algo. Al fin y al cabo no le conocía.
Pronto, el suave traqueteo me adormeció las articulaciones y el sueño amenazó con llevarme, así que abrí los ojos, encontrándome el lugar vacío de nuevo. Salí al pasillo, poco convencida de estar del todo despierta, hasta llegar a una de las salidas del tren y dar unos pasos fuera.                                                      
Tenía que estar alucinando. Me encontraba en medio de la plaza del Trocadero, a escasos metros de la torre Eiffel, que se erguía imponente ante mí. Caminé vacilante hacia delante y de pronto un hombre con bigote me arrolló, provocando una estrepitosa caída. Segundos después, una mano se interpuso en mi visión y la agarré agradeciendo la ayuda con un susurro. Era el mismo hombre que me había hecho caer, pero ahora llevaba un periódico bajo el brazo, The New York Times.
Cuando leí el título levanté bruscamente la cabeza, adivinando rápidamente que estaba en Central Park.
-   ¿Qué está pasando? –pregunté al cielo y me tiré sobre la hierba, escondiendo la cabeza entre mis manos.
Alguien golpeó mi hombro varias veces y, como no se cansaba, me resigné a hacer caso a la insistente persona. Una mujer de tez lisa y ojos achinados me sonreía, ofreciéndome algo de una bandeja. Me fijé en que eran unos pobres escorpiones cruelmente ensartados y me alejé negando la oferta con una mueca. Estaba maravillada con la cantidad de mercados que había a mi alrededor, vendiendo todo tipo de cosas. Algunos puestos de comida vendían animales y bichos que no tenía intención alguna de consumir.
Al entrar en un curioso establecimiento, me rodeó un olor a especias que no conocía, y que seguramente invadía cada rincón de la tienda. Recorrí mentalmente las ciudades que quería visitar y supe que estaba en Estambul. Inspiré tranquilamente el aroma del bazar, sintiendo el dulce aire llenando mis pulmones. Un fuerte perfume me hizo estornudar y mi trance se vio interrumpido para sacar un  pañuelo de mi pantalón.
Mientras desenterraba mi nariz del trapo me llegó a los lejos una melodía cantada por una poderosa voz de mujer. No estaba segura, pero el gran edificio de alas bancas frente a mí me confirmó que mi nuevo destino era Sydney. Preciosa era la obra y afortunados los que podíamos escucharla.
De repente, el terreno comenzó a moverse y un repentino parón me devolvió a la realidad. Había llegado a mi verdadero destino. No había pan ni parques, mercados, bazares ni ópera, solo un tren vaciándose en una tediosa estación.
Estaba decepcionada, ¿había sido todo un sueño? Cogí el cuaderno, que había caído al suelo, y noté que había algo diferente en él. Curiosa, lo abrí y, al ver su interior, me quedé petrificada y a la vez entusiasmada. Las páginas estaban llenas de colores, de imágenes, de aromas y de sonidos. Recuerdos de un viaje inverosímil, pero que no había sido solo un sueño.
Golpearon el cristal del compartimento y pegué un bote, dándome en la cabeza con el techo. Mi tío me saludaba desde el otro lado, ansioso por abrazarme, así que me apresuré a salir y dejé que me envolviera en sus brazos y me colmara de besos. Atrapada en una masa de amor y sin posible salida, divisé entre la gente un sombrerillo que se me hacía familiar. Justo antes de ser liberada, el hombre del juego se giró hacia mí, levantó su sombrero y me guiñó un ojo.
Un segundo después, el gentío se lo había comido.
Carla Díez Sánchez (1º Bach. A)

GRACIAS A TODOS LOS QUE  HABÉIS PARTICIPADO EN ESTA EDICIÓN.
OS ESPERAMOS NUEVAMENTE EL PRÓXIMO CURSO.

18 de mayo de 2016

El Rincón de la Poesía

Antonio Colinas
Antonio Colinas,

Premio Reina Sofía 
de 
Poesía Iberoamericana

El escritor Antonio Colinas ha sido galardonado con el XXV Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, convocado conjuntamente por la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional.
“El inicio de su poesía estuvo muy marcada por el culturalismo de la época para posteriormente cantar como nadie el paisaje y llegar a una poesía muy intimista, con clara influencia de poetas castellanos como San Juan de la Cruz”, ha señalado el portavoz del jurado.
La obra de Colinas es muy variada, ya que ha publicado poesía, novela, ensayo y memorias. Trabajos merecedores, entre otros, del Premio Nacional de la Crítica (1975), el Premio Nacional de Literatura (1982) o el Premio de las Letras de Castilla y León (1999).
Nacido en La Bañeza, León, en 1946, Antonio Colinas es autor de obras tan significativas como Poemas de la tierra y de la sangrePreludios a una noche totalSepulcro en TarquiniaNoche más allá de la noche y Canciones para una música silente. Acaba de publicar recientemente su autobiografía poética Memorias del estanque.

Leer un fragmento
Leer un fragmento
                      
                         Fe de vida

Esperar junto a este mar (en el que nacieron las ideas)
sin ninguna idea. (Y así tenerlas todas.)
Ser sólo la brisa en la copa del pino grande,
el aroma del azahar, la noche de las orquídeas
en las calas olvidadas.

Sólo permanecer viendo el ave que pasa
y no regresa; quedar
esperando a que el cielo amarillo
arda y se limpie con los relámpagos
que llegarán saltando de una isla a otra isla.
O contemplar la nube blanca
que, no siendo nada, parece ser feliz.
Quedar flotando y transcurriendo de aquí para allá,
sobre las olas que pasan,
como un remo perdido.
O seguir, como los delfines,
la dirección de un tiempo sentenciado.

Ser como la hora de las barcas en las noches de enero,
que se adormecen entre narcisos y faros.
Dejadme, no con la luz del conocimiento
(que nació y se alzó de este mar),
sino simplemente con la luz de este mar.
O con sus muchas luces:
las de oro encendido y las de frío verdor.
O con la luz de todos los azules.

Pero, sobre todo, dejadme con la luz blanca,
que es la que abrasa y derrota a los hombres heridos,
a los días tensos, a las ideas como cuchillos.
Ser como olivo o estanque.
Que alguien me tenga en su mano como a puñado de sal.
O de luz.

Cerrar los ojos en el silencio del aroma
para que el corazón –¡al fin!– pueda ver.
Cerrar los ojos para que el amor crezca en mí.
Dejadme compartiendo el silencio
y la soledad de los porches,
la hospitalidad de las puertas abiertas; dejadme
con el plenilunio de los ruiseñores de junio,
que guardan el temblor del agua en las últimas fuentes.
Dejadme con la libertad que se pierde
en los labios de una mujer.
(De Libro de la mansedumbre)

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