Nuevamente cambiamos de estación y lo celebramos
con la lectura de una emotiva descripción que Juan Ramón nos ha dejado en su
centenaria obra Platero y yo. Aunque todo en otoño es propenso a la melancolía,
el poeta nos recuerda que, como los árboles amarillos, debemos estar “seguros de verdecer”.
Capítulo XXXV:
El otoño
Ya el sol, Platero, empieza a sentir pereza de salir de sus sábanas, y
los labradores madrugan más que él. Es verdad que está desnudo y que hace
fresco.
¡Cómo sopla el norte! Mira, por el suelo, las ramitas caídas; es el
viento tan agudo, tan derecho, que están todas paralelas apuntadas al sur.
El arado va, como una tosca arma de guerra, a la labor alegre de la paz,
Platero; y en la ancha senda húmeda, los árboles amarillos, seguros de
verdecer, alumbran, a un lado y otro, vivamente, como suaves hogueras de oro
claro, nuestro rápido caminar.
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