"La poesía
es la princesa de todos los géneros"
Antonio Hernández
Nueva
York antes de muerto es el título de la obra con la que el poeta
Antonio Hernández acaba de ganar el Premio Nacional de
Poesía. Entre sus obras anteriores figuran El mar es una tarde con campanas, Con tres heridas yo, Sagrada
forma, El mundo entero o Insurgencias, una recopilación de toda
su poesía desde 1965 hasta 2010.
Hernández ya tenía en su haber numerosos premios: dos
de la Crítica (en 1994 y 2014), el Premio Andalucía de Novela y los Premios Rafael Alberti, Gil de Biedma o
Miguel Hernández, entre otros muchos.
Por todo ello, le dedicamos hoy nuestro Rincón de la poesía y os proponemos la lectura de este poema que dedicó a su hijo, al que llamó Miguel, en
homenaje al gran poeta Miguel Hernández:
Miguel Hernández tiene ya tres
años.
Se acuesta con los indios y un cangrejo.
Pinta el televisor con tinta roja.
Me rompe los poemas que más quiero.
Tiene tres años y aún no va a la escuela
y es como la apariencia de mis muertos.
Si mi padre pudiera contemplarlo
vería que su imagen se ha rehecho.
Tiene tres años como yo los tuve,
como los tuvo usted, señora, pero
son mis tres años cuando la esperanza
invadía las calles de mi pueblo.
Rubio, sí, como luna, parecido
al sol el día de su nacimiento,
el día en que alumbró por vez primera
las tinieblas, las sombras y el misterio.
Miguel Hernández tiene ya tres años.
Jamás mi padre tuvo tanto espejo.
Tiene a la madre loca con los muebles
pintarrajeados como un esperpento.
Se acuesta con los indios, los balones
rompen la red a diario del puchero
y otro puchero hace si le riñen,
rebelde como yo, rebelde y tierno.
Miguel Hernández cuando seas un hombre,
no olvides que te llamas barro eterno.
Se acuesta con los indios y un cangrejo.
Pinta el televisor con tinta roja.
Me rompe los poemas que más quiero.
Tiene tres años y aún no va a la escuela
y es como la apariencia de mis muertos.
Si mi padre pudiera contemplarlo
vería que su imagen se ha rehecho.
Tiene tres años como yo los tuve,
como los tuvo usted, señora, pero
son mis tres años cuando la esperanza
invadía las calles de mi pueblo.
Rubio, sí, como luna, parecido
al sol el día de su nacimiento,
el día en que alumbró por vez primera
las tinieblas, las sombras y el misterio.
Miguel Hernández tiene ya tres años.
Jamás mi padre tuvo tanto espejo.
Tiene a la madre loca con los muebles
pintarrajeados como un esperpento.
Se acuesta con los indios, los balones
rompen la red a diario del puchero
y otro puchero hace si le riñen,
rebelde como yo, rebelde y tierno.
Miguel Hernández cuando seas un hombre,
no olvides que te llamas barro eterno.
Antonio Hernández, Con tres heridas yo (1983)
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