DÍA DE LA NO VIOLENCIA Y LA PAZ
Tras
la Primera Guerra Mundial en Europa, en los campos de batalla crecieron muchas
amapolas, por lo que esta flor fue adoptada como recuerdo de los caídos en la
guerra. Más adelante, la amapola blanca se convirtió en símbolo del
pacifismo, de la no violencia, contra los desastres de la guerra.
Conmemoramos el Día Escolar de la No Violencia y la Paz con un poema de Ángel González en el que nos evoca un campo de batalla anegado por el sufrimiento de los que allí luchan, para que tomemos conciencia de la vital importancia de evitar la violencia y de comprometernos con formas pacíficas de resolución de conflictos en nuestro día a día.
Campo de batalla
Ángel González
Hoy voy a describir el campo
de batalla
tal como yo lo vi, una vez decidida
la suerte de los hombres que lucharon
muchos hasta morir,
otros
hasta seguir viviendo todavía.
No hubo elección:
murió quien pudo,
quien no pudo morir continuó andando,
los árboles nevaban lentos frutos;
era verano, invierno, todo un año
o más quizá, era la vida
entera
aquel enorme día de combate.
Por el Oeste el viento traía sangre,
por el Este la tierra era ceniza,
el Norte entero estaba
bloqueado
por alambradas secas y por gritos,
y únicamente el Sur,
tan sólo
el Sur,
se ofrecía ancho y libre a nuestros ojos.
Pero el Sur no existía:
ni agua, ni luz, ni sombra, ni ceniza
llenaban su oquedad, su hondo vacío:
el Sur era un inmenso precipicio,
un abismo sin fin de donde,
lentos,
los poderosos buitres ascendían.
Nadie escuchó la voz del capitán
porque tampoco el capitán hablaba.
Nadie enterró a los muertos.
Nadie dijo:
«dale a mi novia esto si la encuentras
un día»
Tan sólo alguien remató a un caballo
que, con el vientre abierto,
agonizante,
llenaba con su espanto el aire en sombra:
el aire que la noche amenazaba.
Quietos, pegados a la dura
tierra,
cogidos entre el pánico y la nada,
los hombres esperaban el momento
último,
sin oponerse ya,
sin rebeldía.
Algunos se murieron,
como dije,
y los demás, tendidos, derribados,
pegados a la tierra en paz al fin,
esperan
ya no sé qué
-quizá que alguien les diga:
«amigos, podéis iros, el combate…»
Entre tanto,
es verano otra vez,
y crece el trigo
en el que fue ancho campo de batalla.
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