13 de octubre de 2025

Carmen Martín Gaite, de mujer “novelera” a mujer escritora

Continuamos con el homenaje a Carmen Martín Gaite por su centenario y este año le dedicamos el Día de las escritoras, con este texto en el que reflexiona sobre las mujeres "noveleras", como ella las llama. Algunas de ellas, como es su caso, devendrían más tarde en mujeres escritoras. Este es nuestro homenaje a todas ellas.

«Las primeras palabras que escribió Sara
en aquel cuaderno de tapas duras
que le había regalado su padre fueron:
río, luna y libertad, (…)»

Carmen Martín Gaite, Caperucita en Manhattan


Hoy ha caído en desuso el adjetivo de “novelera” con el que era costumbre calificar, siendo yo niña, a cierto tipo de mujeres. Tardé en captar el sentido que las personas mayores daban a este vocablo. No se lo solían aplicar, con gran sorpresa mía, a aquellas mujeres que mostrasen una particular afición a la literatura […] sino -como pude ir, sacando en consecuencia luego- a las que no se reconocían demasiado satisfechas en el seno de los argumentos rutinarios que formaban la trama de su vivir y, para paliar aquel descontento, o bien hablaban de lo mucho que les gustaría conocer gente nueva, viajar, asistir, a fiestas maravillosas, casarse con un duque o ser artistas de cine, o bien desorbitaban la realidad al calor de sus sueños y narraban como una aventura excepcional los sucedidos más anodinos. […]

Años más tarde, cuando me fui topando, en estratos progresivos de mi asalto al castillo de la letra impresa, con esa serie de mujeres recluidas entre cuatro paredes que nos presenta la literatura y que, desde la marisabidilla, que oculta un libro en la faltriquera, hasta madame Bovary, aspiran a contarse su vida de otra manera y purgan con la desgracia, la hoguera fugaz que las novelas encendieron en su fantasía, vine a deducir, no solo que la mujer novelera había existido siempre, sino que era la misma literatura, la que, al rescatarla de la vida, podía haber definido su imagen como ejemplo propuesto para ser rechazado. […]

De unos oídos en otros había cundido ya, hasta hacerse pública, su mala fama, de criaturas, ansiosas de narración, nutridas de literatura y llamadas a convertirse ellas mismas en peligros, modelo literario para las mujeres del futuro, incluidas las que ya habían sustituido las novelas por el cine. […]

Pero Ana Ozores o Emma Bovary […] llevaban muchos años de haber rebasado las fronteras de su texto, y la prueba de que nunca fueron tan ficticias como parece estaba en que una vez más, allí a mi alrededor y poco a poco también dentro de mí misma, se reencarnaban en nuevas mujeres insatisfechas, asaltadas por la misma tentación en que ellas habían caído de contarse su vida como una novela, único recurso al que podían agarrarse para hacerle frente y aguantarla.

De El cuento de nunca acabar, de Carmen Martín Gaite