6 de junio de 2015

Recital de poesía


Para celebrar el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa, el departamento de Lengua y Literatura ha seleccionado una muestra de poesía religiosa. Aquí os dejamos algunos de los versos que pudimos disfrutar en el recital poético que tuvo lugar el Día del Centro.
                       
Álvaro Barbero Alonso
nos introdujo en la espiritualidad mística
con este breve pero intenso poema de santa Teresa.
       
I

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene
nada le falta.
¡Sólo Dios basta!







Rocío Fernández Carrera encarnó admirablemente
la esencia de la experiencia mística de la santa abulense.
          
II

Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.   

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
«Que muero porque no muero».

Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero. [...]


Celia Gómez Morato nos acercó a
esta joya de la mística española,
atribuida entre otros a santa Teresa.   
                                
III

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera. [...]



Laura Boyero Polo 
se entregó en esta hermosa 
declaración de amor.








Yolanda Carnicero y Miguel Heredero
interpretaron a dos voces 
este diálogo poético.
V

Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?

-Alma, ¿qué quieres de mí?
-Dios mío, no más que verte.
-Y ¿qué temes más de ti?
-Lo que más temo es perderte.

Un alma en Dios escondida
¿qué tiene que desear,
sino amar y más amar,
y en amor toda escondida
tornarte de nuevo a amar?

Un amor que ocupe os pido,
Dios mío, mi alma os tenga,
para hacer un dulce nido
adonde más la convenga.


VI

Andrés Benítez González
 recitó"El pastorcico" 
de San Juan de la Cruz.





















                         

 

VII
Celia Gómez Herrero puso su alma en esta
"caza de amor" de san Juan.

Tras de un amoroso lance
y no de esperanza falto
volé tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.

Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino
tanto volar me convino
que de vista me perdiese
y con todo en este trance
en el vuelo quedé falto
mas el amor fue tan alto
que le di a la caza alcance.[...]

                                                       
Con Pablo Benítez González  gozamos de este
místico poema del fraile carmelita.
VIII

Entreme donde no supe
y quedéme no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.

Yo no supe dónde entraba
pero cuando allí me vi
sin saber dónde me estaba
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí
que me quedé no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.

De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida vía recta
era cosa tan secreta
que me quedé balbuciendo
toda ciencia trascendiendo.

[...] Y si lo queréis oír
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo
toda ciencia trascendiendo.
                                                                               
                                    IX

Álvaro García Sánchez nos sumergió
en la emblemática "Noche Oscura" de san Juan.
                                                                                                 
Y Pablo M. Rodríguez Blanco puso el broche final
con la oda "A la Ascensión" de fray Luis de León. 
X

¿Y dejas, Pastor santo, 
tu grey en este valle hondo, escuro,
con soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, ¿te vas al inmortal seguro? 

[...] Aqueste mar turbado,
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto
al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto? 

¡Ay!, nube, envidiosa
aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!


A TODOS ELLOS 
QUEREMOS AGRADECERLES SU GENEROSA PARTICIPACIÓN.