23 de abril de 2025

Día del Libro 2025: Libros de libros

"Todo gran viaje comienza en los libros".
Luis Zueco, El mercader de libros

Este año, el lema de nuestro centro es "Libros". Así que, para celebrar este día, hemos seleccionado una serie de lecturas que guardan 
en su interior tesoros literarios muy recomendables. El libro de libros por antonomasia de la literatura española es El Quijote, pero hay muchos otros que también dan protagonismo en sus páginas a obras de la literatura universal. 
Os proponemos un viaje metaliterario a través de los siguientes títulos:



“La luz de los libros nos ha sacado de las tinieblas, maestro Thys. Sé muy bien lo que digo —afirmó el comprador.

—Certeras palabras, eso es lo que veo yo exactamente en los libros: luz.”

Luis  Zueco, El mercader de libros 




“Leer es descifrar un enigma... En la primera página de un libro nos embarcamos en una aventura, cuya meta es descubrir el secreto que encierra. En cada página oímos la voz de quien lo ha escrito, conocemos los peligros que le acechan, compartimos sus sueños, escuchamos sus quejas, navegamos mares revueltos, vemos morir gente a nuestro alrededor, conocemos mujeres hermosas y, al final... llegamos al pie de un árbol que esconde el secreto que da sentido a todo.
J. L. Martín Nogales, El faro de los acantilados


“Leer un libro es caer, como Alicia, por el hueco de un árbol y aprender a amar las preguntas, antes de estar en disposición de contestarlas. Conformarse con «la mitad del conocimiento». Sólo quien lo hace, y no busca una explicación inmediata a lo que le sucede, puede sentarse a tomar el té con el Sombrerero y la Liebre de Marzo sin que le importe en exceso no entender gran cosa de lo que oye. Leer es descubrir, como se dice en El gran Gatsby, que «la roca del mundo está sólidamente asentada sobre las alas de un hada». Eso son los libros, algo parecido a las moradas de la mística, a los castillos flotantes de las novelas de caballerías o a los bosques en que se refugian los amantes en las leyendas medievales. Un puente entre el mundo del sueño y las cosas reales. El árbol de cuyos frutos se atrevieron a comer nuestros primeros padres, era un árbol de palabras. Y el lector no es sino ese «barón rampante» que, viviendo entre sus hojas, se alimenta de sus frutos intangibles.”

Gustavo Martín Garzo, Elogio de la fragilidad

“Leer no es tan solo disfrutar y emocionarse. En ocasiones hay que ir línea a línea, releer repetidas veces las mismas frases, y avanzar despacio y con esfuerzo para comprender lo escrito. Llega un momento en el que ese arduo trabajo de pronto nos abre las miras. Del mismo modo que, tras un larguísimo sendero, las vistas se abren al llegar a la cima.

Bajo la luz de la vieja lámpara, el abuelo se acercó la taza a los labios con un sosiego infinito, como uno de esos sabios que aparecían en las novelas antiguas de fantasía.

—Hay lecturas difíciles. —Los pequeños ojos del anciano brillaban detrás de las gafas—. Las lecturas placenteras están bien. Pero si te limitas a seguir un sendero de montaña agradable el paisaje que ves es limitado. No eches la culpa a la montaña si el camino de ascenso es escarpado. Subir paso a paso falto de aliento hasta llegar a la cima es uno de los placeres del montañismo.”

Sosuke Natsukawa, El gato que amaba los libros



“Los libros la transportaban a nuevos mundos y le mostraban personajes extraordinarios que vivían unas vidas excitantes. Navegó en tiempos pasados con Joseph Conrad. Fue a África con Ernest Hemingway y a la India con Rudyard Kipling. Viajó por todo el mundo, sin moverse de su pequeña habitación de aquel pueblecito inglés.”

Roald Dahl, Matilda



“Él siempre había sido feliz gracias a los libros, a aquel puñado de obras que leía una y otra vez y en las que siempre encontraba nuevas ideas y formas de expresión. Los libros le hacían compañía, poblaban su solitaria vida, mitigaban la tristeza, la cólera o el dolor. Pero ¿cómo era, se preguntaba Lázaro, la existencia de aquella gente que no tenía un asidero similar? ¿Cómo vivían aquellos que, sin interesarse por las artes o el conocimiento, cruzaban la vida sin asomarse al interior de sus almas?”

Pablo Santiago Chiquero, Cervantes para cabras, Marx para ovejas


 

“Tabla para el náufrago, escudo para el bueno y horca para el ruin, paraguas para el sol y la lluvia, capote de torero, ladrillo que hace paredes que hace casas que hace ciudades que hace mundos. El libro es jardín que se puede llevar en el bolsillo, nave espacial que viaja en la mochila, arma para enfrentar las mejores batallas y afrentar a los peores enemigos, semilla de libertad, pañuelo para las lágrimas. El libro es cama mullida y cama de clavos, el libro te obliga a pesar, a sonreír, a llorar, a enojarte ante lo injusto y aplaudir la venganza de los justos. El libro es comida, techo, asiento, ropa que me arropa, boca que besa mi boca. Lugar que contiene el universo.

[…] Uno se hace hombre, se hace más humano, cuando tiene su propia biblioteca, aunque sea de un solo libro.”

Benito Taibo, Persona normal


QUE TENGÁIS UN DÍA LLENO DE LIBROS

10 de abril de 2025

Sesiones de animación a la lectura con... ANA RONCERO

Esta semana hemos disfrutado de la presencia de la actriz Ana Roncero, que ha realizado varias sesiones de animación a la lectura con nuestros alumnos de 4º ESO y 1º de bachillerato.

A los alumnos de 4º ESO, les ha desvelado las claves del Romanticismo: los ideales, los temas y los sentimientos románticos han desfilado junto a la lectura e interpretación de diversos textos: poemas, relatos, monólogos…



A los alumnos de 1º de bachillerato los ha conducido a través de la historia de la literatura siguiendo los pasos de algunos de los personajes femeninos más impactantes: Medea, Celestina, Dulcinea, Laurencia, etc.





Agradecemos desde aquí la colaboración de la editorial Vicens Vives.

9 de abril de 2025

XV Rally Fotográfico Literario

SALAMANCA EN LOS LIBROS

Este año el tema de nuestro centro ha sido “Libros” y, por ello, hemos propuesto a  nuestros alumnos un paseo por la Salamanca que ha aparecido en diferentes libros. En esta ocasión, hemos seleccionado seis fragmentos, tanto de novela como de poesía, para que ellos los ilustraran con sus imágenes.

Y esta es la propuesta que nos han hecho las hermanas Sara y Vega López Martín (de 1º de Bach. B), ganadoras del premio al Mejor Conjunto Fotográfico


1.- “Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y, allí puesto, me dijo:
-Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él.
Yo simplemente llegué, creyendo ser así. “
(Lazarillo de Tormes)


2.- “Crucé a la orilla de allá atravesando el puente de piedra, y caminé hacia la izquierda por una carretera bordeada de árboles hasta dejar lejos la ciudad. Luego la vi toda al volver, reflejada en el río con el sol poniente, como en tarjetas postales que había visto y en el cuadro que mi padre pintó, perdido como casi todos después de la guerra.”
(Carmen Martín Gaite, Entre visillos)


3.- “– ¡Qué hermosa ciudad! Todo aquí respira la grandeza de una edad ilustre y gloriosa. ¿Para vos no dicen nada esas altas torres, […] esas dos catedrales, la una anciana y de rodillas, arrugada, inválida, agazapada contra el suelo y al arrimo de su hija;  la otra flamante y en pie, inmensa, hermosa, lozana, respirando vida en su robusta mole?”            
("La Batalla de los Arapiles" de Los Episodios Nacionales, de Benito Pérez Galdós)


4.- “Hay callejuelas dormidas
soñando que ya no cruza
el tiempo por Salamanca.
 
Por aquella hermosa calle
calle de la Compañía,
para que no se despierte
pasa el tiempo de puntillas.”
                                                                (Poema de Josefina Verde)


5.-  “A media mañana, se fue a estirar las piernas y a tomar un café en la Fonda de la Veracruz, en la calle del mismo nombre, muy cerca de la Universidad. La entrada daba a un patio rodeado de soportales y enfrente había una especie de torre, franqueada por dos escalinatas, donde estaba la puerta principal.”
(Luis Gª Jambrina, El primer caso de Unamuno)

 
 
6.-  “Conchas de vieira luces
y ventanales floridos,
Talavera Maldonado
te dio nombre y señorío.
 
Cada una de tus conchas
guarda un silencio escondido,
en la distancia pareces
el símbolo salmantino.”
                                                                 (Poema de José Ledesma Criado)


En la modalidad de Mejor Fotografía, la ganadora ha sido Maya Simón Martín (de 1º ESO D), que ha ilustrado con esta fotografía el texto de Carmen Martín Gaite de Entre visillos:


“Crucé a la orilla de allá... y caminé hacia la izquierda por una carretera bordeada de árboles hasta dejar lejos la ciudad. Luego la vi toda al volver, reflejada en el río con el sol poniente...”
(Carmen Martín Gaite, Entre visillos)


Enhorabuena a las galardonadas
gracias a todos los que habéis participado.

XVII Concurso de Poesía y Relato corto Francisco Salinas

Este año hemos celebrado el XVII Concurso de Poesía y Relato corto Francisco Salinas con el tema: "Libros". En la modalidad de Poesía, la ganadora nuevamente ha sido Claudia García Prieto de 2º ESO A; y en la modalidad de Relato corto, la ganadora ha sido Laura Briz Moreno de 4º ESO C. Desde aquí les damos a ambas la enhorabuena, al tiempo que agradecemos a todos la enorme participación que ha habido este año.


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EL LIBRO DEL RÍO FLEGETONTE

Se recolocó por cuarta vez la capa y entró por el gran arco con rapidez. En cuanto pasó a la sala central, Siakta observó las estanterías llenas de papiros, las mesas donde se habían sentado centenares de filósofos y eruditos y los pasillos desgastados por los miles de pies que los habían pisado. Ella sabía que esa biblioteca no era su sitio, pero se obligó a continuar su camino con la cabeza baja, disimulando sus facciones suaves bajo la acogedora sombra de esta.

Llegó a la primera aula sin ningún percance, moviéndose con suavidad, como tantas veces había hecho junto a su padre. Ahora ya no volveré a pasear con él, pensó con tristeza. Se apresuró a continuar, antes de que algún hombre advirtiera a la extraña parada frente a la puerta. Sacó la mano del abrigo de la capa y abrió la pesada puerta. Cuando un familiar chasquido llegó a sus oídos, Siakta por fin se relajó. Paseó la mirada por los papiros egipcios colocados, un tanto desordenadamente, en las mesas. Había algunos sobre animales fantásticos, otros sobre el culto a los dioses antiguos y otros sobre labores de agricultura. Ninguno que le sirviese a Saikta para devolver la vida de su padre. Él mismo le hubiera dicho que no podía hacer eso, no se podía devolver la vida a algo, por mucho que lo anhelase. Pero su querido padre no estaba, había muerto por proteger a los paganos que habían llegado a casa. Era de ascendencia griega, de Ftía, donde no acoger a los extranjeros era ofender a los dioses. Así que cuando esa familia, de lo que una vez había sido Libia, llegó pidiendo asilo, su padre los acogió enseguida. Los cristianos llegaron una semana después y sacaron tanto a los paganos como a su padre de la casa, atándolos como animales y luego ejecutándolos cruelmente.

Salió de la sala y siguió el pasillo hasta el último habitáculo, entró y cerró tras de sí.

Era un sitio que en el pasado hubiera sido, probablemente, un lugar de discusiones entre filósofos, cuando la biblioteca de Alejandría era famosa e importante. Había estanterías de madera podrida por los años y la humedad del mar llenas de papiros, pero lo que llamó la atención de Siakta fue otra cosa. Había alguien más en la sala. Sentada de espaldas a la puerta de entrada, estaba una mujer mayor estudiando un papiro con tranquila concentración.

-¿Querías algo, niña? No creo que corras el riesgo de que te encuentre el bibliotecario jefe merodeando por entre los libros paganos si no buscas algo.

Siakta se quedó por un momento sin palabras. La mujer, mucho menos discreta que ella, pues llevaba un lujoso peplo azul cielo, sujeto con un bonito cinturón de plata, la miró por encima del hombro, con un gesto divertido en sus ojos grises.

-Usted está aquí sin ninguna discreción -señaló Siakta.

Quizá era una princesa o una mujer muy rica y la dejaban estar en la biblioteca, pero a Siakta le pareció sospechoso. La mujer iba vestida como si fuera de otra época.

-Sólo venía a por un libro de agricultura.

-No me mientas tan descaradamente, Siakta -la regañó serenamente la mujer, mientras se levantaba de la silla y alisaba su peplo con tranquilidad.

Ahí fue cuando Siakta descubrió que algo estaba mal, ella no había dicho su nombre.

-¿Quién es usted? -se arrepintió de no haber huido mientras podía.

-No has mencionado tu nombre, ¿verdad? -suspiró la mujer.

Caminó hacia ella, con el papiro que antes estudiaba en una mano. Siakta intentó retroceder, chocando con la puerta. A la mujer pareció darle igual el pánico que se había apoderado de Siakta. Le tendió el papiro, clavando sus ojos grises en Siakta.

-Puedes llamarme Atenea, aunque los romanos prefieran llamarme Minerva.

Siakta entendió todo, el peplo, los ojos grises y la tranquilidad que parecía tener la mujer. Recogió con cuidado el papiro que le entregó la diosa. Libro de Thot, rezaba el título. Levantó otra vez la mirada, como pidiendo permiso. Atenea puso la mano encima de las de la chica, temblorosas ante tal regalo.

-Si usas estos hechizos, tendrás que pagar un precio muy alto -le advirtió la diosa, antes de esfumarse como una nube.

Siakta contempló el lugar que la diosa había ocupado y creyó entender el aviso. A ella no le importaba morir si eso traía a su padre de vuelta. Se arrodilló en el suelo de arena de la sala y dejó el libro, abierto, en el suelo. Empezó a leer en voz alta, con manos temblorosas, pero voz segura. A la mitad, la esquina del papiro empezó a arder. Siakta sabía lo suficiente de hechizos para saber que no se debía dejar de leer el hechizo una vez empezado. Así que siguió recitando el encantamiento.

No terminó la última frase antes de percatarse del estado de la sala. Estaba en llamas, la madera había prendido, llevándose consigo los papiros, que coloreaban la sala de color rojizo. Pronto, no solo la sala ardería, sino que la biblioteca entera pagaría por el hechizo fallido de Siakta. Esta inhaló una última vez, llenándose los pulmones de humo. Trató de decir la última frase con su último aliento.

-Que el poderoso Ra te libere del río de fuego.

El humo inundaba sus pulmones. Sus ojos no veían ya, pero la frase se quedó grabada en su mente. El fuego la había escrito con su sangre. Terminó el hechizo con su último suspiro y cayó hacia delante, quemándose la capa, la túnica y la piel. Ella había liberado del río de fuego a su padre, pero había traído al temible Flegetonte al mundo mortal. Siakta había condenado la biblioteca de Alejandría.


Laura Briz Moreno
4º ESO C