7 de junio de 2017

Bimilenario del poeta Ovidio

El departamento de Latín, a través de una iniciativa de los alumnos del Máster en Educación Secundaria, ha realizado durante el mes de mayo, en los recreos, la lectura y grabación de una selección de poemas de Ovidio, con la ayuda inestimable de nuestros alumnos de Bachillerato.
El objetivo de la lectura de los textos de Publio Ovidio Nasón era doble. Por un lado, dar a conocer en 1º y 2º de Bachillerato la obra de tan insigne poeta. Por otro, sumarnos a la conmemoración del bimilenario de su muerte, acontecida en el año 17 d.C.
Para tal efecto, escogimos dos poemas: Amores, 1,3 (para 1º de Bachillerato) y Amores, 2,9 (para 2º de Bachillerato). La elección se basó en el hecho de que ambas creaciones hablan de dos tópicos de la elegía amorosa latina: el pauper amator y la militia amoris.

Amores, 1, 3

Es justo lo que pido: que me ame
la muchacha que me ha cautivado hace poco,
o que me dé motivos para quererla siempre.
Demasiado he pedido, ¡ay! Por lo menos
que se deje querer.
                                               Citerea habrá
así escuchado tantos ruegos míos.
Acepta al que por largos años te servirá,
acepta al que quererte
sabrá con lealtad pura.

Si no me recomiendan grandes nombres
de ascendientes remotos,
si fundó mi linaje tan sólo un caballero,
si no labran mis campos arados numerosos,
y mis padres moderan sus gastos con cuidado,

en cambio sí me da su apoyo Febo,
sus nueve acompañantes y el inventor del vino,
y Amor que a ti me entrega,
y mi fidelidad inquebrantable,
mis costumbres sin tacha,
mi desnuda franqueza y el pudor
que me hace enrojecer.

Mil a mí no me gustan, ni de amor en amor
voy saltando. Créeme:
tú serás mi cuidado duradero.

Ojalá tenga yo suerte de vivir
a tu lado los años que los hilos
de las hermanas me permitan, y
que al morir seas tú la que me llore.

Entrégate a mí
como fértil materia para versos:
nacerán poemas dignos de quien los inspiró.

Gracias al verso gozan de renombre
Io la aterrorizada por los cuernos,
la otra a la que el adúltero burló
bajo la forma de la fluvial ave,
y la que al ser raptada sobre el mar
por el novillo simulado, asió
con mano virginal los curvos cuernos.

También así nosotros por todo el universo
Seremos celebrados y mi nombre
Estará para siempre unido al tuyo.


 Amores, 2, 9

Oh Cupido que nunca estás saciado
en tu ira contra mí,
oh niño perezoso que te quedas
dentro en mi corazón, ¿por qué me dañas
a mí —que soy soldado que jamás
ha desertado de tus estandartes—
y en mi propio cuartel recibo heridas?

¿Por qué abrasa tu antorcha
y traspasa tu arco a los amigos?
Más gloria te daría vencer a los rebeldes.
¿Acaso no curó el héroe hemonio
con medicinal arte al malherido
tras haberlo abatido con su lanza?

Sigue a la presa que huye el cazador,
pero ya capturada la abandona,
y busca, tras lograrla, siempre otra.

Nosotros, este pueblo a ti rendido,
Padecemos tus armas. Y con ese
enemigo que opone resistencia
tu mano se detiene perezosa.

Son tantos los varones sin amor,
y tantas las mujeres sin amor:
ahí obtendrías tú el triunfo con gran gloria.

(Roma estaría aún cubierta de cabañas
con techumbre de paja si no hubiera
desplegado sus fuerzas por el mundo infinito).

El soldado cansado a aquellas tierras
que le han sido entregadas se retira.
Permiten al caballo que se vaya,
libre ya de la cuadra, por los prados.

Largos diques resguardan a la nave varada.
y al deponer la espada, pide uno
la vara, bien segura, del retiro.

También sería hora de que yo,
que tantas veces he sido soldado
obediente al amor de una muchacha,
viviera, tras cumplir, plácidamente.


Los textos empleados se corresponden con una traducción de Juan Antonio González Iglesias, profesor titular de Lengua Latina de la USAL y destacable poeta.
Para más información, lee el artículo publicado en el blog Notae Tironianae. Pulsa aquí.

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