11 de mayo de 2018

El Rincón de la Poesía

Aquí puedes leer
una amplia selección de poemas.

 RAFAEL CADENAS,

PREMIO REINA SOFÍA 

DE POESÍA IBEROAMERICANA

“La poesía pertenece a lo más íntimo, lo más sagrado,
lo más tembloroso del hombre;
no es asunto de frases bonitas (algunas veces es todo lo contrario).”
Rafael Cadenas

El escritor venezolano Rafael Cadenas es uno de los poetas fundamentales de la lírica iberoamericana, caracterizado por su humildad, por su rebeldía, por su compromiso crítico, siempre en defensa de la democracia, y por la búsqueda de un lenguaje esencial, “el lenguaje silencioso”.
Entre sus obras destacamos Cantos iniciales, La isla, Los cuadernos del destierro, Derrota, Falsas maniobras, Memorial, Intemperie, Anotaciones, Amante, Dichos
Para un primer acercamiento a este autor, os hemos seleccionado estos poemas:

ARS POÉTICA
Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.

No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni
añadir brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis
palabras. Me poseen tanto como yo a ellas.

Si no veo bien, dime tú, tú, que me conoces, mi mentira, señálame
la impostura, restrégame la estafa. Te lo agradeceré, en serio.
Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.


FRACASO
Cuanto he tomado por victoria es sólo humo.
Fracaso, lenguaje del fondo, pista de otro espacio más exigente,
          difícil de entreleer es tu letra.
Cuando ponías tu marca en mi frente, jamás pensé en el mensaje que
          traías, más precioso que todos los triunfos.
Tu llameante rostro me ha perseguido y yo no supe que era para
          salvarme.
Por mi bien me has relegado a los rincones, me negaste fáciles éxitos,
          me has quitado salidas.
Era a mí a quien querías defender no otorgándome brillo.
De puro amor por mí has manejado el vacío que tantas noches me ha
          hecho hablar afiebrado a una ausente.
Por protegerme cediste el paso a otros, has hecho que una mujer
          prefiera a alguien más resuelto, me desplazaste de oficios
          suicidas.
Tú siempre has venido al quite.
Sí, tu cuerpo, escupido, odioso, me ha recibido en mi más pura forma
          para entregarme a la nitidez del desierto.
Por locura te maldije, te he maltratado, blasfemé contra ti.
Tú no existes.
Has sido inventado por la delirante soberbia.
¡Cuánto te debo!
Me levantaste a un nuevo rango limpiándome con una esponja
          áspera, lanzándome a mi verdadero campo de batalla,
          cediéndome las armas que el triunfo abandona.
Me has conducido de la mano a la única agua que me refleja.
Por ti yo no conozco la angustia de representar un papel,
          mantenerme a la fuerza en un escalón, trepar con esfuerzos
          propios, reñir por jerarquías, inflarme hasta reventar.
Me has hecho humilde, silencioso y rebelde.
Yo no te canto por lo que eres, sino por lo que no me has dejado ser. Por no darme otra vida.
Por haberme ceñido.
Me has brindado sólo desnudez.
Cierto que me enseñaste con dureza ¡y tú mismo traías el cauterio!,
          pero también me diste la alegría de no temerte.
Gracias por quitarme espesor a cambio de una letra gruesa.
Gracias a ti que me has privado de hinchazones.
Gracias por la riqueza a que me has obligado.
Gracias por construir con barro mi morada.
Gracias por apartarme.
Gracias.

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