10 de mayo de 2014

Centenario de "Platero y yo"

Para conmemorar el centenario de Platero y yo, el departamento de Lengua y Literatura organizó el pasado 9 de mayo un recital en la biblioteca de algunas de las estampas más significativas de la obra de Juan Ramón. Aquí tenéis para el recuerdo los textos recitados, así como las fotografías de los alumnos colaboradores.

I.- Platero
Eduardo Aparicio, de 3º ESO B
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Platero? y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
-Tien’asero...
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

Pedro Sánchez, de 2º ESO C

XIX.- Paisaje grana

La cumbre. Ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el pinar verde se agria, vagamente enrojecido; y las hierbas y las florecillas, encendidas y transparentes, embalsaman el instante sereno de una esencia mojada, penetrante y luminosa.
Yo me quedo extasiado en el crepúsculo. Platero, granas de ocaso sus ojos negros, se va, manso, a un charquero de aguas de carmín, de rosa, de violeta; hunde suavemente su boca en los espejos, que parece que se hacen líquidos al tocarlos él; y hay por su enorme garganta como un pasar profuso de umbrías aguas de sangre.
El paraje es conocido; pero el momento lo trastorna y lo hace extraño, ruinoso y monumental. Se dijera, a cada instante, que vamos a descubrir un palacio abandonado... La tarde se prolonga más allá de sí misma, y la hora, contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondeable...
-Anda, Platero.

XXXVII.- La carretilla
Alejandro Tejedor, de 4º ESO B
En el arroyo grande, que la lluvia había dilatado hasta la viña, nos encontramos, atascada, una vieja carretilla, perdida toda bajo su carga de hierba y de naranjas. Una niña, rota y sucia, lloraba sobre una rueda, queriendo ayudar con el empuje de su pechillo en flor al borricuelo, más pequeño, ¡ay!, y más flaco que Platero. Y el borriquillo se despechaba contra el viento, intentando, inútilmente, arrancar del fango la carreta, al grito sollozante de la chiquilla. Era vano su esfuerzo, como el de los niños valientes, como el vuelo de esas brisas cansadas del verano que se caen, en un desmayo, entre las flores.
Acaricié a Platero y, como pude, lo enganché a la carretilla, delante del borrico miserable. Lo obligué entonces, con un cariñoso imperio, y Platero, de un tirón, sacó carretilla y rucio del atolladero, y les subió la cuesta. ¡Qué sonreír el de la chiquilla. Fue como si el sol de la tarde, que se quebraba, al ponerse entre las nubes de agua, en amarillos cristales, le encendiese una aurora tras sus tiznadas lágrimas.
Con su llorosa alegría, me ofreció dos escogidas naranjas, finas, pesadas, redondas. Las tomé, agradecido, y le di una al borriquillo débil, como dulce consuelo; otra, a Platero, como premio áureo.

Nerea Hernández, de 2º ESO B

XLIII.- Amistad

Nos entendemos bien. Yo lo dejo ir a su antojo, y él me lleva siempre a donde quiero.
Sabe Platero que, al llegar al pino de la Corona, me gusta acercarme a su tronco y acariciárselo, y mirar al cielo al través de su enorme y clara copa; sabe que me deleita la veredilla que va, entre céspedes, a la Fuente vieja; que es para mí una fiesta ver el río desde la colina de los pinos, evocadora, con su bosquecillo alto, de parajes clásicos. Como me adormile, seguro, sobre él, mi despertar se abre siempre a uno de tales amables espectáculos.
Yo trato a Platero cual si fuese un niño. Si el camino se torna fragoso y le pesa un poco, me bajo para aliviarlo. Lo beso, lo engaño, le hago rabiar... Él comprende bien que lo quiero, y no me guarda rencor. Es tan igual a mí, tan diferente a los demás, que he llegado a creer que sueña mis propios sueños.
Platero se me ha rendido como una adolescente apasionada. De nada protesta. Sé que soy su felicidad. Hasta huye de los burros y de los hombres...

L.- La flor del camino
Helena Linder, de 4º ESO B
¡Que pura, Platero, y qué bella esta flor del camino! Pasan a su lado todos los tropeles, los toros, las cabras, los potros, los hombres, y ella, tan tierna y tan débil, sigue enhiesta, malva y fina, en su vallado solo, sin contaminarse de impureza alguna.
Cada día, cuando, al empezar la cuesta, tomamos el atajo, tú la has visto en su puesto verde. Ya tiene a su lado un pajarillo, que se levanta —¿por qué—? al acercarnos; o está llena, cual una breve copa, del agua clara de una nube de verano; ya consiente el robo de una abeja o el voluble adorno de una mariposa.
Esta flor vivirá pocos días, Platero, aunque su recuerdo podrá ser eterno. Será su vivir como un día de tu primavera, como una primavera de mi vida... ¿Qué le diera yo al otoño, Platero a cambio de esta flor divina, para que ella fuese, diariamente, el ejemplo sencillo y sin término de la nuestra?

 

Pablo M. Rodríguez, de 4º ESO B

LXI.- La perra parida

La perra de que te hablo, Platero, es la de Lobato, el tirador. Tú la conoces bien, porque la hemos encontrado muchas veces por el camino de los Llanos... ¿Te acuerdas? Aquella dorada y blanca, como un poniente anubarrado de mayo... Parió cuatro perritos, y Salud, la lechera, se los llevó a su choza de las Madres porque se le estaba muriendo un niño, y don Luis le había dicho que le diera caldo de perritos. Tú sabes bien lo que hay de la casa de Lobato al puente de las Madres, por la pasada de las Tablas...
Platero, dicen que la perra anduvo como loca todo aquel día, entrando y saliendo, asomándose a los caminos, encaramándose en los vallados, oliendo a la gente... Todavía a la oración la vieron, junto a la casilla del celador, en los Hornos, aullando tristemente sobre unos sacos de carbón contra el ocaso.
Tú sabes bien lo que hay de la calle de Enmedio a la pasada de las Tablas... Cuatro veces fue y vino la perra durante la noche, y cada una se trajo a un perrito en la boca, Platero. Y al amanecer, cuando Lobato abrió su puerta, estaba la perra en el umbral mirando dulcemente a su amo, con todos los perritos agarrados, en torpe temblor, a sus tetillas rosadas y llenas...

LXXIV.- Sarito
José Luis Fernández, de 1º ESO A
Para la vendimia, estando yo una tarde grana en la viña del arroyo, las mujeres me dijeron que un negrito preguntaba por mí.
Iba yo hacia la era cuando él venía ya vereda abajo:
—¡Sarito!
Era Sarito, el criado de Rosalina, mi novia portorriqueña. Se había escapado de Sevilla para torear por los pueblos, y venía de Niebla, andando, el capote, dos veces colorado, al hombro, con hambre y sin dinero.
Los vendimiadores lo acechaban de reojo, en un mal disimulado desprecio; las mujeres, más por los hombres que por ellas, lo evitaban. Antes, al pasar por el lagar, se había peleado ya con un muchacho, que le había partido una oreja de un mordisco
Yo le sonreía y le hablaba afable. Sarito, no atreviéndose a acariciarme a mí mismo, acariciaba a Platero, que andaba por allí comiendo uva; y me miraba, en tanto, noblemente...

LXXIX.- Alegría

Platero juega con Diana, la bella perra blanca que se parece a la luna creciente, con la vieja cabra gris, con los niños...
Mónica Fernández, de 4º ESO A
Salta Diana, ágil y elegante, delante del burro, sonando su leve campanilla, y hace como que le muerde los hocicos. Y Platero, poniendo las orejas en punta, cual dos cuernos de pita, la embiste blandamente y la hace rodar sobre la hierba en flor.
La cabra va al lado de Platero, rozándose a sus patas, tirando con los dientes de la punta de las espadañas de la carga. Con una clavellina o con una margarita en la boca, se pone frente a él, le topa en el testuz, y brinca luego, y baja alegremente, mimosa, igual que una mujer...
Entre los niños, Platero es de juguete. ¡Con qué paciencia sufre sus locuras! ¡Cómo va despacito, deteniéndose, haciéndose el tonto, para que ellos no se caigan! ¡Cómo los asusta, iniciando, de pronto, un trote falso!
¡Claras tardes del otoño moguereño! Cuando el aire puro de octubre afila los límpidos sonidos, sube del valle un alborozo idílico de balidos, de rebuznos, de risas de niños, de ladreos y de campanillas...

CII.- Susto
Javier Sánchez, de 3º ESO B
Era la comida de los niños. Soñaba la lámpara su rosada lumbre tibia sobre el mantel de nieve y los geranios rojos y las pintadas manzanas coloreaban de una áspera alegría fuerte aquel sencillo idilio de caras inocentes. Las niñas comían como mujeres; los niños discutían como algunos hombres. Al fondo, dando el pecho blanco al pequeñuelo, la madre, joven, rubia y bella, los miraba sonriendo. Por la ventana del jardín, la clara noche de estrellas temblaba, dura y fría.
De pronto, Blanca huyó, como un débil rayo, a los brazos de la madre. Hubo un súbito silencio, y luego, en un estrépito de sillas caídas, todos corrieron tras ella, con un raudo alborotar, mirando espantados a la ventana.
¡El tonto de Platero! Puesta en el cristal su cabezota blanca, agigantada por la sombra, los cristales y el miedo, contemplaba, quieto y triste, el dulce comedor encendido.

CXXXII.- Muerte

Encontré a Platero echado en su cama de paja, blandos los ojos y tristes. Fui a él, lo acaricié hablándole, y quise que se levantara...
Pablo M. Rodríguez, de 4º ESO B
El pobre se removió todo bruscamente, y dejó una mano arrodillada... No podía... Entonces le tendí su mano en el suelo, lo acaricié de nuevo con ternura, y mandé venir a su médico.
El viejo Darbón, así que lo hubo visto, sumió la enorme boca desdentada hasta la nuca y meció sobre el pecho la cabeza congestionada, igual que un péndulo.
-Nada bueno, ¿eh?
No sé qué contestó... Que el infeliz se iba... Nada... Que un dolor... Que no sé qué raíz mala... La tierra, entre la yerba...
A mediodía, Platero estaba muerto. La barriguilla de algodón se le había hinchado como el mundo, y sus patas, rígidas y descoloridas, se elevaban al cielo. Parecía su pelo rizoso ese pelo de estopa apolillada de las muñecas viejas, que se cae, al pasarle la mano, en una polvorienta tristeza...
Por la cuadra en silencio, encendiéndose cada vez que pasaba por el rayo de sol de la ventanilla, revolaba una bella mariposa de tres colores...

Gracias a ellos y a la música seleccionada e interpretada por nuestra pianista Alba, pudimos acercarnos de manera aún más emotiva y elegante a la prosa poética de Platero. 

Alba V. Alonso, de 1º de Bach. C

A TODOS ELLOS, NUESTRO AGRADECIMIENTO POR SU PARTICIPACIÓN Y POR LAS EMOCIONES TRANSMITIDAS. 

4 de mayo de 2014

IV Rally Fotográfico Literario

Recientemente se ha llevado a cabo el IV Rally Fotográfico Francisco Salinas, con el tema “Salamanca en la poesía”. En esta ocasión, hemos elegido a tres poetas que han escrito sobre la ciudad que los vio nacer o que los acogió durante buena parte de su vida. Estos son los versos de Josefina Verde, Jesús Ricardo Rasueros y José Ledesma Criado, traducidos en imágenes por nuestros alumnos.

En la modalidad de Mejor Conjunto Fotográfico, los ganadores han sido Miguel Ángel Colmenero y Daniel Sandoval de 4º ESO A.







1.- “Convento de San Esteban
armonía en filigrana
que la inspiración poética
del maestro Juan de Álava
creó con trozos de cielo
mezclando en lenguas de llama
un plateresco fundido
con piedras de Salamanca.”
                                (Josefina Verde)


2.- “Conchas de vieira luces
y ventanales floridos,
Talavera Maldonado
te dio nombre y señorío.

Cada una de tus conchas
guarda un silencio escondido,
en la distancia pareces
el símbolo salmantino.”
                  (José Ledesma Criado)




3.-  “Hombro, con hombro, iglesia, 
                                     /hospedería.
Cuatro columnas sustentando el cielo.
En la cumbre, blasón, bajo capelo
y, entre tanta grandeza, la armonía.
Es tu patio, la eterna poesía,
consonante el rimar y libre el vuelo.
De lo hermoso y lo justo, eres modelo;
de ingenua austeridad, su teoría.”
                     (Jesús Ricardo Rasueros)





4.-  “A la sombra de la Torre,
de la Torre del Clavero
voy caminando despacio,
contemplando los vencejos.
A la sombra de mi Torre,
de mi Torre del Clavero
Salamanca se hace novia,
se hace amor en mi recuerdo.”
                                   (José Ledesma Criado)







5.- “Hay callejuelas dormidas
soñando que ya no cruza
el tiempo por Salamanca.

Por aquella hermosa calle
calle de la Compañía,
para que no se despierte
pasa el tiempo de puntillas.”
                                   (Josefina Verde)








6.- “Crestas de Monterrey, sois oro viejo,
perfil de torre, nieve muy blanca,
como el agua del Tormes en reflejo.

De tus piedras el sol, la tarde arranca
lentitud de horizontes que van lejos
tras este corazón de Salamanca.”
                                   (José Ledesma Criado)


En la modalidad de Mejor Fotografía han resultado vencedoras Nuria Marcos y Ana Recio de 1º de Bach. A.



NUESTRA ENHORABUENA A TODOS ELLOS

17 de abril de 2014

Luto por Gabriel García Márquez

“…lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, 
más que la muerte, la que no tiene límites.”
Gabriel Gª. Márquez, El amor en los tiempos del cólera

Hoy estamos de luto por Gabriel García Márquez, escritor y periodista colombiano, genio de las letras universales (Premio Nobel de Literatura en 1982) y uno de los pilares principales del boom de la novela hispanoamericana de los años 60.
Al igual que le ocurriera al doctor Juvenal Urbino, uno de sus personajes de El amor en los tiempos del cólera, la memoria de Gabo hacía años que había empezado a erosionarse, pero previamente se había hecho una de papel con obras tan relevantes de la literatura universal como La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba, Cien años de soledad, El otoño del patriarca, Crónica de una muerte anunciada, El general en su laberinto, Del amor y otros demonios, y muchas otras.




Lo había conseguido gracias a la magia de las palabras con las que sumergía al lector en el sueño del "realismo mágico", un universo donde la realidad no tenía límites, donde convivía con la imaginación, el mito, el sueño y el deseo.
Nos ha dicho adiós, pero cada una de sus palabras y de sus sueños siguen latiendo en sus obras, vivas, ellas sí, para siempre:
“Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.”  (Del Discurso de aceptación del Premio Nobel, 1982 -Ver discurso completo-)

10 de abril de 2014

Para los amantes de la novela negra

Acabamos de incorporar a nuestra biblioteca una colección de novela negra, que incluye una selección de algunos de los principales maestros del género: Benjamin Black, Dennis Lehane, Fred Vargas, Jens Lapidus, Lee Child, Dominique Sylvain, Carme Riera… Déjate atrapar por sus historias.

8 de abril de 2014

Recordando a José Luis Sampedro

            CREDO PERSONAL 

Creo en la Vida Madre todopoderosa,

creadora de los cielos y de la Tierra.
Creo en el Hombre, su avanzado Hijo,
concebido en ardiente evolución,
progresando a pesar de los Pilatos
e inventores de dogmas represores
para oprimir la Vida y sepultarla.

Pero la Vida siempre resucita

y el Hombre sigue en marcha hacia el mañana.

Creo en los horizontes del espíritu,

que es la energía cósmica del mundo.
Creo en la Humanidad siempre ascendente.
Creo en la Vida perdurable.

Amén.  
                            (José Luis Sampedro)

   Hoy dedicamos un recuerdo a José Luis Sampedro, escritor, economista, humanista, símbolo del compromiso intelectual y ciudadano y referente del movimiento indignado, que falleció a los 96 años el 8 de abril de 2013: “La muerte me lleva de la mano, pero se está portando bien porque me deja pensar”.


Estas palabras suyas aparecen ahora en un libro póstumo, Sala de espera, que se publica en homenaje a su primer año de ausencia. En él, el escritor evoca sus primeros años de vida y plasma sus preocupaciones sobre un mundo desbocado que puede echar por la borda principios tan importantes como la justicia, la crítica y la humanidad. 

Hoy es un buen momento para recordar sus palabras y algunas de sus mejores obras:





5 de abril de 2014

Primavera con Platero


Seguimos recordando, en su centenario, esta poética obra de Juan Ramón. En esta ocasión nos centramos en uno de sus temas principales, la naturaleza, que nos inunda con una amplia variedad de animales, colores, flores, sonidos, como los que desfilan ante nuestros sentidos en la inolvidable estampa de la llegada de la primavera:


XXV
LA PRIMAVERA
En mi duermevela matinal, me malhumora una endiablada chillería de chiquillos. Por fin, sin poder dormir más, me echo, desesperado de la cama. Entonces, al mirar el campo por la ventana abierta, me doy cuenta de que los que alborotan son los pájaros.
Salgo al huerto y canto gracias al Dios del día azul. ¡Libre concierto de picos, fresco y sin fin! La golondrina riza, caprichosa, su gorjeo en el pozo; silba el mirlo sobre la naranja caída; de fuego, la oropéndola charla, de chaparro en chaparro; el chamariz ríe larga y menudamente en la cima del eucalipto; y, en el pino grande, los gorriones discuten desaforadamente.
¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y de oro; mariposas de cien colores juegan por todas partes entre las flores, por la casa -ya dentro, ya fuera-, en el manantial. Por doquiera, el campo se abre en estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva.
Parece que estuviéramos dentro de un gran panal de luz, que fuese el interior de una inmensa y cálida rosa encendida.

31 de marzo de 2014

Centenario de Octavio Paz

  “Todo lo que soñé dura un minuto
y es un minuto todo lo vivido.”

   Hoy se cumplen cien años del nacimiento del poeta y pensador mexicano Octavio paz, autor de obras tan conocidas como El laberinto de la soledad o Libertad bajo palabra. Su voz crítica se alza en defensa del ser humano y manifiesta su preocupación por el hombre, por la política, por el arte, por la creación poética y por todo lo mexicano. Su poesía se inscribe, según sus propias palabras, “dentro de la tradición de la literatura moderna, que es una literatura de exploración y de invención”. Sirvan de ejemplo estos poemas visuales:


   Octavio Paz era un hombre contradictorio, inconformista, vivaz, que nunca se paraba, aunque siempre tenía presente su país natal. Nació en Ciudad de México en 1914. De niño, vivió una temporada en Estados Unidos, adonde volvería muchas veces a lo largo de su vida. Estudió Derecho y Filosofía y Letras. En 1936 se trasladó a España para combatir en el bando republicano durante la guerra civil. Entre 1943 y 1945 vivió en Nueva York y San Francisco, luego se instaló en París, como diplomático, y en 1952 viajó por India y Japón. Entre 1962 y 1968 fue embajador de México en la India, cuya cultura le marcaría notablemente. Dio clases en universidades estadounidenses; fundó revistas de la relevancia de Plural, Taller poéticoVuelta; escribió ensayos y, sobre todo, poesía. Obtuvo el premio Cervantes en 1981 y el Nobel de Literatura en 1990. Todo ello lo convierte en un poeta fundamental.
   Lo recordamos a través de sus versos con dos reflexiones sobre la creación poética y la poesía:
     HERMANDAD
                                        Homenaje a Claudio Ptolomeo
Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea.

      LA POESÍA
                                   A Luis Cernuda
[…]Insiste, vencedora, 
porque tan sólo existo porque existes, 
y mi boca y mi lengua se formaron 
para decir tan sólo tu existencia 
y tus secretas sílabas, palabra 
impalpable y despótica, 
sustancia de mi alma.
Eres tan sólo un sueño, 
pero en ti sueña el mundo 
y su mudez habla con tus palabras. 
Rozo al tocar tu pecho 
la eléctrica frontera de la vida, 
la tiniebla de sangre 
donde pacta la boca cruel y enamorada, 
ávida aún de destruir lo que ama 
y revivir lo que destruye, 
con el mundo, impasible 
y siempre idéntico a sí mismo, 
porque no se detiene en ninguna forma 
ni se demora sobre lo que engendra.
Llévame, solitaria, 
llévame entre los sueños, 
llévame, madre mía, 
despiértame del todo, 
hazme soñar tu sueño, 
unta mis ojos con aceite, 
para que al conocerte me conozca.


Para escuchar al propio Octavio Paz recitando sus poemas: 
                                     Grabación 1
                                     Grabación 2