20 de junio de 2014

Verano con Platero


Por fin ha terminado el curso y, para celebrarlo, queremos evocar, de la mano de Juan Ramón y de Platero, esta época veraniega, que se presenta con algunos inconvenientes, pero con un sinfín de delicias de las que disfrutar durante este merecido tiempo de descanso. 


LXV. El verano
  Platero va chorreando sangre, una sangre espesa y morada, de las picaduras de los tábanos. La chicharra sierra un pino, que nunca llega... Al abrir los ojos, después de un inmenso sueño instantáneo, el paisaje de arena se me torna blanco, frío en su ardor, como fósil espectral.
  Están los jarales bajos constelados de sus grandes flores vagas, rosas de humo, de gasa, de papel de seda, con las cuatro lágrimas de carmín; y una calina que asfixia, enyesa los pinos chatos. Un pájaro nunca visto, amarillo con lunares negros, se eterniza, mudo, en una rama.
  Los guardas de los huertos suenan el latón para asustar a los rabúos, que vienen, en grandes bandos celestes, por naranjas... Cuando llegamos a la sombra del nogal grande rajo dos sandías, que abren su escarcha grana y rosa en un largo crujido fresco. Yo me como la mía lentamente, oyendo, a lo lejos, las vísperas del pueblo. Platero se bebe la carne de azúcar de la suya como si fuese agua.


Con ellos nos despedimos hasta septiembre y os deseamos 

FELIZ VERANO

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