Ida
Vitale en el jardín de la Residencia de Estudiantes (2008)
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Dedicamos este Rincón de la Poesía a la
poeta uruguaya Ida Vitale, que recibe hoy el XXIV Premio Reina Sofía de Poesía
Iberoamericana.
Nació en Montevideo en 1923. Fue integrante de la Generación del 45 junto a escritores
como Mario Benedetti o Juan Carlos Onetti. Además de poeta, es autora de
artículos periodísticos y de crítica literaria, así como de numerosas
traducciones.
Obstáculos lentos
Si el poema de este atardecer
fuese la piedra mineral
que cae hacia un imán
en un resguardo hondísimo;
si fuese un fruto necesario
para el hambre de alguien,
y maduraran puntuales
el hambre y el poema;
si fuese el pájaro que vive por su ala,
si fuese el ala que sustenta al pájaro,
si cerca hubiese un mar
y el grito de gaviotas del crepúsculo
diese la hora esperada;
si a los helechos de hoy
-no los que guarda fósiles el tiempo--
los mantuviese verdes mi palabra;
si todo fuese natural y amable...
Si el poema de este atardecer
fuese la piedra mineral
que cae hacia un imán
en un resguardo hondísimo;
si fuese un fruto necesario
para el hambre de alguien,
y maduraran puntuales
el hambre y el poema;
si fuese el pájaro que vive por su ala,
si fuese el ala que sustenta al pájaro,
si cerca hubiese un mar
y el grito de gaviotas del crepúsculo
diese la hora esperada;
si a los helechos de hoy
-no los que guarda fósiles el tiempo--
los mantuviese verdes mi palabra;
si todo fuese natural y amable...
Pero los itinerarios inseguros
se diseminan sin sentido preciso.
Nos hemos vuelto nómadas,
sin esplendores en la travesía,
ni dirección adentro del poema.
se diseminan sin sentido preciso.
Nos hemos vuelto nómadas,
sin esplendores en la travesía,
ni dirección adentro del poema.
De Reducción del
infinito 2002
Accidentes nocturnos
Palabras minuciosas, si te
acuestas
te comunican sus preocupaciones.
Los árboles y el viento te
argumentan
juntos diciéndote lo irrefutable
y hasta es posible que aparezca
un grillo
que en medio del desvelo de tu
noche
Si cae un aguacero, va a decirte
cosas finas, que punzan y te
dejan
el alma, ay, como un alfiletero.
Solo abrirte a la música te
salva:
ella, la necesaria, te remite
un poco menos árida a la
almohada,
suave delfín dispuesto a
acompañarte,
lejos de agobios y
reconvenciones,
entre los raros mapas de la
noche.
Juega a acertar las sílabas
precisas
que suenen como notas, como
gloria,
que acepte ella para que te
acunen,
y suplan los destrozos de los
días.
(Publicado
en “Letras Libres”, en julio de 2015)
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