Hoy se celebra el Día
Internacional del Libro Infantil por conmemorarse el nacimiento del escritor
danés Hans Christian Andersen. El objetivo es promocionar los libros infantiles
y juveniles así como la lectura entre los más jóvenes.
Este año el país encargado de la
organización es Brasil. El mensaje ha sido redactado por la
autora de libros infantiles Luciana
Sandroni, y las ilustraciones y el cartel han sido realizados por el
dibujante y caricaturista Ziraldo.
Erase una vez…
Erase
una vez una… ¿Princesa? No.
Érase
una vez una biblioteca. Y érase también una vez una niña llamada Luisa que fue
a la biblioteca por primera vez. La niña caminaba despacio, tirando de una
mochila de rueditas enoooorme. Observaba todo con admiración: estantes y más
estantes repletos de libros. Mesas, sillas, almohadas de colores, dibujos y
carteles en las paredes.
—
Traje la foto — le dijo tímidamente a la bibliotecaria.
—
¡Muy bien Luisa! Voy a inscribirte. Mientras tanto puedes ir escogiendo el
libro. ¿Sabes que puedes llevarte un libro a casa?
—
¿Uno sólo? — Preguntó decepcionada.
En
ese mismo instante sonó el teléfono y la bibliotecaria dejó a la niña con la
tan difícil tarea de elegir un único libro en la infinidad de estantes. Luisa
arrastró su mochila y buscó, buscó hasta que encontró su libro favorito: Blancanieves.
Se trataba de una edición de tapa dura, con hermosas ilustraciones. Con el
libro en la mano empujó su mochila de nuevo y, cuando ya estaba a punto de
salir salir, alguien le tocó el hombro. La niña se dio la vuelta y casi se cae
para atrás del susto: nada más y nada menos era el Gato con Botas con su libro
en la mano, ¡digo, entre las patas!
—
Buenos días, ¿Cómo estás? — le dijo haciendo una reverencia.
—
Luisa, ¿Acaso no te sabes de memoria todas esas historias de princesas? ¿Por
qué no te llevas mi libro El Gato con Botas, que es mucho más divertido?
Luisa
con la boca abierta no sabía qué decir.
—
¿Qué te pasa? ¿Te comió la lengua el gato? — Bromeó.
—
¿Eres el Gato con Botas de verdad, verdad?
—
¡Si, en persona, digo, de carne y hueso! Llévame a tu casa y sabrás todo sobre
mi historia y la del Marqués de Carabas.
La
niña, de tan perpleja, solo conseguía asentir con la cabeza. El Gato con
Botas, con un toque de magia regresó a su libro y, cuando Luisa estaba a punto
de salir de la biblioteca, volvió a sentir un toque en el hombro. Era ella:
“blanca como la nieve, colorada como la sangre y con cabellos negros como el
ébano”. ¿Adivinaste?
— ¡¿Blancanieves!? — dijo Luisa anonadada.
— ¡¿Blancanieves!? — dijo Luisa anonadada.
—
Luisa, llévame contigo también. Esta edición — dijo mostrándole su propio libro
— es una adaptación auténtica del cuento de los hermanos Grimm.
Cuando
la niña estaba a punto de coger el libro, el Gato con Botas apareció molesto:
— Blancanieves, Luisa ya escogió. Vete con tus seis enanos.
— Blancanieves, Luisa ya escogió. Vete con tus seis enanos.
—
¡Son siete y no seis! ¡Y ella aún no ha escogido! — le dijo Blancanieves roja
de cólera.
Los
dos miraban a la niña esperando una respuesta:
—
No sé cuál llevar…quería llevármelos todos…
De
repente, sucedió algo increíble: fueron saliendo de los libros… Cenicienta,
Caperucita Roja, Rapunzel. Un equipo completo de princesas de verdad:
—
Luisa llévame a tu casa — le suplicaban todas.
—
Yo sólo necesito una cama para dormir un rato — dijo la Bella Durmiente
mientras bostezaba.
—
Solo cien años — dijo el Gato burlándose.
— Puedo limpiar tu
casa, pero de noche tengo una fiesta en el castillo del ….
— ¡Príncipe! — gritaron todos.
— En mi cesta tengo torta y vino. ¿Quién quiere? — Ofreció Caperucita.
— ¡Príncipe! — gritaron todos.
— En mi cesta tengo torta y vino. ¿Quién quiere? — Ofreció Caperucita.
Y
continuaron apareciendo más personajes: el Patito Feo, la Vendedora de
Fósforos, el Soldadito de Plomo y la Bailarina:
—
¿Luisa podemos ir contigo? Somos los personajes de Andersen — pidió el Patito
Feo que tan feo… no era.
— ¿ Tu casa está
calentita? — preguntó la Vendedora de los Fósforos.
De
repente, delante de todos, apareció un lobo enorme, peludo, muy peludo, con los
dientes afilados: ¡El lobo feroz!
—
Lobo ¿por qué tienes esa boca tan grande? — le preguntó Caperucita por
costumbre.
— Yo les protejo — dijo valientemente el Soldadito de Plomo.
El Lobo abrió la boca y… ¿Se los comió a todos? No. Solo bostezó de tanto sueño y les dijo con calma:
— Yo les protejo — dijo valientemente el Soldadito de Plomo.
El Lobo abrió la boca y… ¿Se los comió a todos? No. Solo bostezó de tanto sueño y les dijo con calma:
—
Tranquilos. Sólo quería darles una idea. Luisa se lleva el libro de
Blancanieves y nosotros entramos en su mochila que es muy grande.
A
todos les gustó su idea.
— ¿Luisa nos dejas
ir contigo?
— ¡Claro que sí! — Dijo Luisa abriendo la mochila.
Los personajes hicieron fila y fueron entrando uno a uno:
— ¡Primero las princesas! — dijo la Cenicienta.
— ¡Claro que sí! — Dijo Luisa abriendo la mochila.
Los personajes hicieron fila y fueron entrando uno a uno:
— ¡Primero las princesas! — dijo la Cenicienta.
Al
final aparecieron también los personajes brasileños: el Sací, el Caipora, una
muñeca de tela que no para de hablar, un niño muy loquito, una niña con una
cartera amarilla, otra con la foto de su bisabuela pegada al cuerpo, un pequeño
rey mandón. Todos entraron.
La mochila pesaba más que nunca. ¡Cómo pesan los personajes! Luisa llevó el libro de Blancanieves y la bibliotecaria anotó todo en su ficha.
La mochila pesaba más que nunca. ¡Cómo pesan los personajes! Luisa llevó el libro de Blancanieves y la bibliotecaria anotó todo en su ficha.
Poco después la niña llegó a casa feliz. Su mamá le preguntó desde la cocina.
— ¿Hija, llegaste?
— ¿Hija, llegaste?
—
Síííí, mami, llegamos.
Escrito por Luciana Sandroni
Traducido por Elisa Toledo
Revisado por María Sampayo Bouza
Ilustrado por Ziraldo
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