11 de marzo de 2020

XII Concurso de Relato corto Francisco Salinas

Fotografía de Sara Santa Daría
   Este año, el XII Concurso de Relato corto Francisco Salinas ha tenido como tema central "La celebración". 
 Os invitamos a continuación a disfrutar del relato ganador, cuya autora ha sido Sara Abdelrazek Ragab, de 3º ESO B. Enhorabuena y gracias a todos los participantes.


Las nubes

Llueve. Siempre llueve. Lo único que saben las nubes es llorar y ocultar la luz del sol. "¿Por qué estáis tristes?". Cada vez que llueve, les hago la misma pregunta mentalmente. Una vez les pregunté directamente. Nadie respondió, es más,  me miraron como si estuviera loco.
Hoy les volví a preguntar lo mismo mientras caminaba por la calle, resguardándome bajo mi paraguas para evitar mojarme con sus lágrimas. Me gustaría poder ayudarlas, porque sé lo que se siente al estar triste. Sé cuánto les gustaría que alguien llegara y las ayudara o al menos las comprendiera. 
Yo solía estar triste. Es verdad que mis lágrimas nunca llegaron a inundar toda una ciudad como solían hacer las nubes, pero sí inundaron varias veces la tela de mi almohada por las noches. No sabría explicar por qué estuve triste; quizá a ellas les pase lo mismo. Lo que sí puedo explicar es por qué ya no lo estoy. Quizá a todos os venga a la mente una de esas historias clichés, pero esto no es un cliché. Yo no fui el marginado de clase, tampoco el objeto de burla de mis compañeros y mucho menos tuve problemas en casa. Yo era normal. Quizá ese era el problema.
¿Qué es ser normal exactamente? Un adolescente normal, según muchos, sería una persona que sigue la norma de moda en los institutos, una norma que sinceramente a mí nunca me gustó seguir. ¿Por qué parece que todo el mundo sigue el mismo patrón de vestimenta? Sudadera, en el caso de las chicas corta y en el de los chicos, gigantes, pantalones vaqueros y vans o cualquier marca de esas que te haga superficial. A mí me gustaba más el estilo único. Podría parecer un minion, pero al menos no era una marioneta de la sociedad. Y siguiendo con la definición de ser normal: los gustos. Unos son esto, otros son lo otro... El caso es que los gustos te definen, y ser "diferente" siempre estuvo mal visto. ¿Pero quién define qué es lo diferente? Esa pregunta fue la que seguramente más problemas me provocó.
Yo fui de esas personas que no se dejaban intimidar, pero que, si las cosas se ponían feas, se retiraban. Era de esas que prefería estar en su mundo antes que observar cómo el mundo real se destroza lentamente. Claro que mi mundo no era ni nunca será una utopía, pero era mi lugar seguro. Allí nadie te juzgaba, nadie te ponía etiquetas ni tenías que seguir un modelo para ser aceptado. En mi mundo el matón del instituto es en realidad un chico que no sabe cómo camuflar sus heridas del pasado y por eso se las causa al resto. En mi mundo soy un héroe  que pretende salvar el mundo indiscretamente, sumergiendo a las personas en sus humildes historias. Mi mundo no es demasiado, más bien es un libro. Ahora diréis: ¿un libro? Pues sí. Mi utopía es un libro. Un pequeño libro donde narro las aventuras de grandes personas que se camuflaban entre los populares por querer ser aceptados. En mi libro también nombro a las nubes, porque sin ellas no tendría nunca la suficiente inspiración, porque ellas no son solo gas en el cielo, también son formas. Quizá son formas que intentan contarnos alguna historia del pasado, quizá sean personas que vivieron en otros tiempos y nos observan desde allí. Pero lo inspirador de la lluvia son las lágrimas. Sus lágrimas, al menos a mí, me sanan el alma. Sonará algo cruel, pero me tranquiliza observarlas llorar. Porque, ¿quién dice que no están llorando de alegría? Quizá antes lloraban, ahora puede que sean felices viendo a alguien seguir su ejemplo. Yo también lloraba, ahora ya no. Aprendí a transformar el dolor en palabras, y al parecer a la gente le gustó. En mi utopía se empezaron a sumergir cada vez más personas. Lo que antes eran unos pocos, ahora son miles. Podría decirse que estoy dejando huella en las redes sociales, ¿pero acaso importa? Lo que de verdad importa es cuando veo algún comentario en mi perfil que me anima a seguir adelante. Y lo que más me ayuda a seguir adelante es saber que ayudo a alguien. Porque aunque no sea demasiado, sé que las historias ayudan. Yo fui una de esas almas perdidas, y ahora que he encontrado mi camino siento que mi responsabilidad es ayudar a otras a hacer lo mismo, seguramente en otras direcciones, pero al final siempre intentaré que sean lo más felices posible.
Hace cinco años que vi a las nubes llorar. No fue la primera vez que las vi, sino la primera vez que las sentí. Ahora que las veo más felices les sonrió cada vez que puedo. Les debo más de lo que alguna palabra pueda expresar.
Ahora, mientras camino bajo sus lágrimas de posible alegría les sonrío. Les sonrío como muestra de gratitud. Hoy es mi primer evento como escritor y nunca podría estar más feliz. Pero además, hoy celebro que por fin he descubierto que en realidad no soy normal. No soy normal no porque sea mejor que el resto, sino que, al contrario que ellos, he encontrado mi lugar en la sociedad sin tener que rebajarme a cambiar por ello, sino siendo yo mismo. Y soy yo mismo porque aquel día de febrero decidí dejar caer aquella máscara que todos solíamos llevar y empecé a pintar el mundo de un color distinto al resto. De mi color.

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