21 de marzo de 2022

Día Mundial de la Poesía

Un año más celebramos el Día Mundial de la Poesía y el Día Internacional de los Bosques, al tiempo que le damos la bienvenida a la primavera. Y lo hacemos con una selección de poemas que tienen en común el color VERDE, elegido por nuestro centro como eje temático de algunas de las actividades que vamos a llevar a cabo a lo largo del curso.


La primavera besaba
Antonio Machado

La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil...
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
—recordé—, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!



Oda al color verde
Pablo Neruda

Cuando la tierra
fue
calva y callada,
silencio y cicatrices,
extensiones
de lava seca
y piedra congelada,
apareció
el verde,
el color verde,
trébol,
acacia
río de agua verde.

Se derramó el cristal
inesperado
y crecieron
y se multiplicaron
los números
verdes
verdes de pasto y ojos,
verdes de amor marino,
verdes de campanario,
verdes delgados,
para la red, para las algas, para el cielo,
para la selva el verde tembloroso,
para las uvas
un ácido verde.

Vestido
de la tierra,
población del follaje,
no sólo
uno
sino
la multiplicación
del ancho verde,
ennegrecido como
noche verde
claro y agudo
como
violín verde,
espeso en la espesura,
metálico,
sulfúrico
en la mina
de cobre, venenoso
en las lanzas
oxidadas,
húmedo en el abrazo
de la ciénaga,
virtud de la hermosura.

 Ventana de la luna en movimiento,

cárdenos, muertos verdes
que enrojecen
a la luz del otoño
en el puñal del eucaliptus, frío
como piel de pescado,
enfermedades verdes,
neones saturnianos
que te afligen
con agobiante luz,
verde volante
de la nupcial luciérnaga,
y tierno
verde
suave
de la lechuga cuando
recibe sol en gotas
de los castos limones
exprimidos
por una mano verde.

El verde
que no tuve,
no tengo
ni tendría,
el fulgor submarino y subterráneo,
la luz de la esmeralda,
águila verde entre las piedras, ojo
del abismo, mariposa helada,
estrella que no pudo
encontrar cielo
y enterró
su ola verde
en la más honda
cámara terrestre,
y allí
como rosario
del infierno,
fuego del mar o corazón de tigre,
espléndida dormiste, piedra verde,
uña de las montañas,
río fatuo
estatua hostil, endurecido verde.

 



Escrito con tinta verde

            Octavio Paz

La tinta verde crea jardines, selvas, prados,
follajes donde cantan las letras,
palabras que son árboles,
frases que son verdes constelaciones.

Deja que mis palabras, oh blanca, desciendan y te cubran
como una lluvia de hojas a un campo de nieve,
como la yedra a la estatua,
como la tinta a esta página.

Brazos, cintura, cuello, senos,
la frente pura como el mar,
la nuca de bosque en otoño,
los dientes que muerden una brizna de yerba.

Tu cuerpo se constela de signos verdes
como el cuerpo del árbol de renuevos.
No te importe tanta pequeña cicatriz luminosa:
mira al cielo y su verde tatuaje de estrellas.


 
El mar de encinas
Miguel Unamuno

En este mar de encinas castellano
los siglos resbalaron con sosiego
lejos de las tormentas de la historia,
lejos del sueño
que a otras tierras la vida sacudiera;
sobre este mar de encinas tiende el cielo
su paz engendradora de reposo,
su paz sin tedio.

Sobre este mar que guarda en sus entrañas
de toda tradición el manadero
esperan una voz de hondo conjuro
largos silencios.

Cuando desuella estío la llanura
cuando la pela el riguroso invierno,
brinda al azul el piélago de encinas
su verde viejo.

Como los días, van sus recias hojas
rodando una tras otra al pudridero,
y siempre verde el mar, de lo divino
nos es espejo.

Su perenne verdura es de la infancia
de nuestra tierra, vieja ya, recuerdo,


de aquella edad en que esperando al hombre
se henchía el seno
de regalados frutos. Es su calma
manantial de esperanza eterna eterno.

[…] Es su verdura flor de las entrañas
de esta rocosa tierra, toda hueso,
es flor de piedra su verdor perenne
pardo y austero.

Es, todo corazón, la noble encina
floración secular del noble suelo
que, todo corazón de firme roca,
brotó del fuego
de las entrañas de la madre tierra.

[…] Aguarda el día del supremo abrazo
con un respiro poderoso y quieto
mientras, pasando, mensajeras nubes
templan su anhelo.

En este mar de encinas castellano
vestido de su pardo verde viejo
que no deja, del pueblo a que cobija
místico espejo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario