29 de septiembre de 2016

Tres autores centenarios


   Rendimos homenaje a tres autores representativos de la literatura social, que revolucionaron la poesía, la novela y el teatro españoles de posguerra. Nos referimos a Blas de Otero, Camilo José Cela y Antonio Buero Vallejo. La coincidencia del centenario de su nacimiento nos sirve de pretexto para acercarnos a la lectura de algunas de sus obras más emblemáticas. 


Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.





Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas. Aquellos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya.
Nací hace ya muchos años –lo menos cincuenta y cinco– en un pueblo perdido por la provincia de Badajoz; el pueblo estaba a unas dos leguas de Almendralejo, agachado sobre una carretera lisa y larga como un día sin pan, lisa y larga como los días –de una lisura y una largura como usted para su bien, no puede ni figurarse– de un condenado a muerte.
Era un pueblo caliente y soleado, bastante rico en olivos y guarros (con perdón), con las casas pintadas tan blancas, que aún me duele la vista al recordarlas, con una plaza toda de losas, con una hermosa fuente de tres caños en medio de la plaza.

Camilo J. Cela: La familia de Pascual Duarte

Facsímil de La familia de Pascual Duarte (BNE)



ANTONIO BUERO VALLEJO

FERNANDO.- (Más calmado y levemente despreciativo) ¿Sabes lo que te digo? Que el tiempo lo dirá todo. Y que te emplazo. (URBANO le mira) Sí, te emplazo para dentro de... diez años, por ejemplo. Veremos, para entonces, quién ha llegado más lejos; si tú con tu sindicato o yo con mis proyectos.
URBANO.-Ya sé que yo no llegaré muy lejos; y tampoco tú llegarás. Si yo llego, llegaremos todos. Pero lo más fácil es que dentro de diez años sigamos subiendo esta escalera y fumando en este «casinillo».
FERNANDO.-Yo, no. (Pausa) Aunque quizá no sean muchos diez años...
Pausa.
URBANO.-(Riendo) ¡Vamos! Parece que no estás muy seguro.
FERNANDO.-No es eso, Urbano. ¡Es que le tengo miedo al tiempo! Es lo que más me hace sufrir. Ver cómo pasan los días, y los años..., sin que nada cambie. Ayer mismo éramos tú y yo dos críos que veníamos a fumar aquí, a escondidas, los primeros pitillos... ¡Y hace ya diez años! Hemos crecido sin darnos cuenta, subiendo y bajando la escalera, rodeados siempre de los padres, que no nos entienden; de vecinos que murmuran de nosotros y de quienes murmuramos... Buscando mil recursos y soportando humillaciones para poder pagar la casa, la luz... y las patatas. (Pausa.) Y mañana, o dentro de diez años que pueden pasar como un día, como han pasado estos últimos..., ¡sería terrible seguir así! Subiendo y bajando la escalera, una escalera que no conduce a ningún sitio; haciendo trampas en el contador, aborreciendo el trabajo..., perdiendo día tras día... (Pausa.) Por eso es preciso cortar por lo sano.
URBANO.-¿Y qué vas a hacer?
FERNANDO.-No lo sé. Pero ya haré algo.
URBANO.-¿Y quieres hacerlo solo?
FERNANDO.-Solo.
URBANO.-¿Completamente?
Pausa.
FERNANDO.-Claro.
URBANO.-Pues te voy a dar un consejo. Aunque no lo creas, siempre necesitamos de los demás. No podrás luchar solo sin cansarte.

Antonio Buero Vallejo, Historia de una escalera
(Fragmento del Acto Primero)


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