Os damos la bienvenida a un nuevo curso
escolar que os nutrirá con nuevas experiencias, nuevas amistades y nuevos
conocimientos que despertarán vuestra curiosidad y, quizá, vuestra pasión, como
le sucede a la protagonista de la estupenda novela El síndrome de
Bergerac (Premio Edebé 2021), una alumna que, en el fragmento
seleccionado, nos hace partícipes de esa magia que desprenden algunas clases
así como la cultura y los libros.
Es nuestra primera propuesta lectora para
este curso y, con ella, os invitamos a descubrir la magia del aprendizaje y a
explorar las atractivas tentaciones de esta vuestra biblioteca. Os esperamos.
Cuando estaba en plena forma, Lupe era
capaz de crear un aura de palabras a su alrededor, como si tuvieran una entidad
propia, sus manos moviéndose frenéticas como insectos. No he vuelto a conocer a
nadie con esa destreza; tuve buenos profesores en el instituto y en la
universidad, pero ninguno que hiciera que nos olvidáramos de la tarima, de los
apuntes, de su propio cuerpo respirando y existiendo. En sus clases se producía
el raro milagro de la transfiguración, solo existían las frases, las ideas, los
conceptos. Detrás de la puerta del aula no había nada, el mundo desaparecía, y
aprendías por contagio, como si las ideas fueran esporas.
Aprendías la regla de las tres unidades
del teatro clásico.
Aprendías que todas las pelis de kung-fu
están inspiradas en Confucio, y que la saga de Star Wars es un pastiche
taoísta.
Aprendías que el cráneo que sostiene
Hamlet era el de un pobre bufón de la corte, un comediante.
Y que el Romanticismo no solo eran besos
y mucho amor, sino también espectros, monstruos cibernéticos, vampiros y
cementerios en ruinas. […]
De vez en cuando, con sutileza,
Lupe dirigía la sesión hacia alguno de sus intereses, aprovechaba el librito de
Kafka para que conociéramos La metamorfosis; o la canción de Cat
Stevens para hablarnos de John Lennon, cuyo asesino aseguró que había cometido
el crimen siguiendo las instrucciones de una famosa novela, El guardián
entre el centeno, de J. D. Salinger. Un tipo extraño ese Salinger, huía de
las fotos, vivía en una cabaña en el bosque, no quiso saber nada del éxito ni
de la fama... Por supuesto, después de probar semejante golosina fui a la
biblioteca a pedir prestado un ejemplar de El guardián, que leí esa
misma noche y que se convertiría en uno de mis libros favoritos. Han pasado los
años, y sigue siéndolo.
La estrategia de Lupe era refinada,
favorecía que hubiera desorden y confusión, y a partir de ahí introducía los
temas, los tópicos, las estructuras y los mecanismos literarios que quería que
aprendiéramos. Y también las tentaciones con las que pretendía provocarnos. En
cierto sentido, Lupe nos engañaba, y apenas nos dábamos cuenta.
Pablo Gutiérrez, El síndrome de Bergerac, Editorial Edebé
FELIZ CURSO, FELICES LECTURAS
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